Guía sobre la responsabilidad afectiva: ¿qué es y cómo puedo llevarla a cabo?
Durante los últimos años se han puesto en práctica nuevos términos que tienen la intención de explicar o visibilizar las nuevas formas de relacionarnos. Afortunadamente, con el paso del tiempo, muchos temas relacionados con los lazos socioafectivos y emocionales han dejado de ser tabú; entre ellos, el cuidado de la salud mental, las nuevas olas del feminismo, la diversidad sexual, entre otras.
Entre los términos que han salido a la luz para poder visibilizar las diferentes maneras de relacionarnos y confrontar las emociones, están, por ejemplo, la sororidad, el ghosteo, el poliamor, entre otros.
Con motivo del mes del amor y la amistad, te platicaremos sobre uno de nuestros términos favoritos: la (co)responsabilidad afectiva.
El concepto de responsabilidad afectiva engloba a muchísimos tipos de relaciones, no únicamente a una relación de pareja, -incluso, la que existe contigo mismo-, así como a diversos tipos de prácticas para llevarse a cabo.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva, o corresponsabilidad afectiva, engloba la práctica de la empatía, que consiste en considerar cómo nuestras acciones u omisiones pueden dañar la sensibilidad o emociones de otra persona; o como mencioné anteriormente, tu relación contigo mismo.
La responsabilidad afectiva conlleva la concientización del impacto de nuestros actos con nuestros vínculos; cabe destacar que parte de las piezas claves de la responsabilidad afectiva es la comunicación y consenso; parte esencial de cualquier tipo de vínculo. Es tomar consciencia de que nuestros actos tienen un peso y consecuencias, causarán efecto en otras personas y que, a pesar de que cada quien es responsable de sus emociones, hacerse cargo de nuestra forma de desenvolverse con el otro; cierto es que como terceras personas contribuimos y debemos considerarnos más allá de un ente individual.
¿Cómo llevar a cabo la responsabilidad afectiva en mi entorno?
También es importante recalcar que somos humanos y podemos tomar actitudes erradas, ya que equivocarnos es algo natural, y podemos dañar los sentimientos de alguien sin tener la intención; o bien, si la hubo, sentir culpa y la intención de resolver los daños, también es responsabilidad afectiva.
Como se mencionó anteriormente, la clave para llevar a cabo la -co-responsabilidad afectiva es el consenso, la comunicación y la empatía; acompañar a una persona en un duelo y no minimizar sus sentimientos; por ejemplo, evitar frases como “no es para tanto”, “ya déjalo pasar” y optar por un acompañamiento sano y en donde la otra persona se pueda sentir libre y en confianza de externar sus sentimientos sin el temor a ser juzgado. Independientemente del tipo de relación, es importante hacer hincapié en que esta responsabilidad abarca todo tipo de vínculos, hasta el que tenemos con nosotros mismos.
No es complicado poder llevar correctamente una responsabilidad afectiva, también es ser consciente de que puedes cometer errores, pero que estos conllevan una reparación; que la falta de comunicación y de externar tus deseos puede hacer sentir inseguridad o incomodidad a la persona con la que estás manteniendo una relación afectiva o convivencia casual.
Ponerte en los zapatos del otro, consensuar las diversas prácticas que se llevan a cabo independientemente de que se trate de una pareja monógama, poliamorosa, de amigos o una relación con alguno de tus familiares o compañeros, evitar conductas que puedan agredir o lastimar a alguien más, y tomar la responsabilidad de las consecuencias de nuestros actos y reparar cuando el afectado sea un tercero, es responsabilidad afectiva.
Retomando, la base de la responsabilidad es el cuidado mutuo, la comunicación asertiva y el equilibrio para lograr relaciones interpersonales sanas sin contar con expectativas poco realistas y cediendo a la idea de que todos tenemos necesidades afectivas distintas y la empatía debe predominar en todo momento; todos los tipos de vínculos deben ser vínculos sanos, independientemente de que sean relaciones de pareja monógamas, o relaciones abiertas las cuales deben estar consensuadas por las partes involucradas. Hasta con el señor de la tienda, tu vecino, compañero de trabajo o escuela, en pocas palabras, con cualquier persona con la que te relaciones.
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